Biografía
Rosa Berbel (Estepa, Sevilla, 1997) es graduada en Literaturas Comparadas y máster en Estudios Literarios y Teatrales por la Universidad de Granada. Ha publicado recientemente ‘Los planetas fantasma’ (2022) en la editorial Tusquets. Leer más
Rosa Berbel (Estepa, Sevilla, 1997) es graduada en Literaturas Comparadas y máster en Estudios Literarios y Teatrales por la Universidad de Granada. Ha publicado recientemente ‘Los planetas fantasma’ (2022) en la editorial Tusquets.
Su primer libro, ’Las niñas siempre dicen la verdad’ (Hiperión, 2018), fue galardonado con el XXI Premio de Poesía Joven Antonio Carvajal y fue posteriormente merecedor del Premio Andalucía de la Crítica a la mejor Ópera Prima y del premio Ojo Crítico de Poesía 2019 de RNE. Ha publicado también ‘Brillantes y caóticas’, una breve selección de sus poemas, en la editorial granadina Sonámbulos, en 2021.
Ha aparecido en diversas antologías de poesía joven como ’La pirotecnia peligrosa. 11 poetas sevillanos para el siglo XXI’ (Ediciones en Huida, 2015), ’Supernova’ (Bandaàparte Ediciones, 2016), ‘Algo se ha movido’ (Esdrújula Ediciones, 2018) o ’Cuando dejó de llover. Cincuenta poéticas recién cortadas’ (Sloper, 2021).
menos
Poema
Jardinería
Ayer estuve trasplantando tus flores.
Ayudaba a mamá, sostenía la maceta
para hacerlo más fácil,
mientras la tierra nueva
creaba formas en las baldosas.
La planta había crecido y crecido
como en una leyenda muy antigua
y nos era difícil guardarla en cualquier parte.
Cuanto más lo intentábamos,
cuanto más impacientes o nerviosas
tratábamos de darle algún espacio,
más rápido era el ritmo de su transformación.
Sé que mamá pensó en nosotras, en ti y en mí,
en la naturaleza salvaje que desborda
la cerámica,
en sus hijas mirando la casa desde fuera,
como una piececilla en miniatura.
Te habría gustado estar, manchándote las manos.
Pero habíamos dejado atrás el suelo
y las flores más bellas
ya habían comenzado a marchitarse.
Vuelo de brujas
Estaba el mundo a oscuras y nosotras
tuvimos que nombrarlo.
Toda forma de vida era una ofrenda.
El deseo era el único motivo
y a él nos aferrábamos como animales torpes,
mujeres de aire o fuego,
queriendo conquistar otras palabras.
¿Recordáis ese tiempo en que el mundo era un llano
virgen y disponible para el gozo?
¿Recordáis el placer y las posibilidades?
Las cosas cotidianas solían ser nombradas
con extraños conjuros,
en lenguas sorprendentes,
con sonidos terribles.
Para hablar de la muerte, nos fue preciso
arrancarnos la ropa.
Para hablar del futuro, pusimos nuestro cuerpo
a su servicio, como la fruta fresca
que se abre en la rama.
Para hablar del amor, debimos inventar
otro lenguaje.
El sacrificio a la palabra era
el sacrificio más hermoso.
De su fuerza venían todas las cosas bellas,
las buenas y las útiles,
las cosas más salvajes,
que bullían en la tierra como fuentes
en medio del desierto.
Pero la oscuridad no duró demasiado.
La luz ocultó pronto la belleza.
Sobrevuelan el mundo palabras terroríficas,
conscientes de que existen
perversiones sin nombre.
De Los planetas fantasma (2022, Tusquets)
menos