Biografía
Laura Pérez Marrero (Las Palmas de Gran Canaria, España, 1998) es graduada en Biomedicina Básica y Experimental por la Universidad de Sevilla.
Realizó el Máster de Estudios Literarios y Teatrales en la UniversidadLeer más
Laura Pérez Marrero (Las Palmas de Gran Canaria, España, 1998) es graduada en Biomedicina Básica y Experimental por la Universidad de Sevilla.
Realizó el Máster de Estudios Literarios y Teatrales en la Universidad de Granada y ahora cursa allí —y en Bolonia― el Grado de Literaturas Comparadas. Ganadora de Ucopoética 2023 “presentar una poética con intención innovadora", una notable coherencia en el discurso y una amplitud de registros en el lenguaje” no ha publicado ningún libro hasta la fecha, aunque algunos de sus poemas han aparecido en medios como Casapaís.
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- Poemas
Padre nuestro que estás en los cielos
Si ella pudiera
hacer un queque un pastelito una mouse
Que se escribe mouse pero se pronuncia mús.
Si su cuerpo aun
la llevara hasta el banco de la plaza chica
o pudieran sus manos
alcanzarle la biblia
Que se escribe biblia y se pronuncia fe
en un futuro más largo después de este futuro tan corto.
Si todavía hubiera margen
para rezarle por la vida a algún padre.
Si no hubiera silencio si quedara recuerdo
si el Dios con el que se casó
le concediera sus deseos.
Si su voluntad y la divina fuesen una
en el momento en el que una
dice ya no más.
Pero su Dios no la mata.
Su Dios no la mata
y ella no desobedece.
En el principio era la piedra
y sobre la piedra fue lo demás.
Llegaron, después, los hombres.
Se irguieron para distanciar
su mirada de la tierra.
Fueron engendros lampiños
y sus manos deformes
inventaron
el agarre y el golpeo.
Dos pulgares oponibles fueron suficientes
para fundar la violencia.
Aprendieron a hablar
y a matarse.
Por los muertos crearon
a los dioses.
Entonces, y no antes, tuvieron miedo
y enterraron a los hombres.
Por el habla aprendieron a decir
esta piedra es mía.
Mía y no de otro.
Con el habla llegó el roce y con el roce
el fuego.
Los hombres erguidos se plegaron
y acercaron sus bocas al suelo.
Escogieron la quietud
de la presa
y fundaron con ella
y con sus piedras
ciudades.
Ciudades como esta,
donde las naranjas
crecen en las tierras y las plazas
sus raíces absorbiendo con ansia el agua
a través de todas las
esta piedra es mía,
robándole minerales al génesis.
Donde las naranjas
son pasados arqueológicos
y guardan rituales de amor antiguo.
No hemos cambiado tanto.
Fruta atemporal en boca,
seguimos comiéndonos
a nuestros muertos.