Biografía
Luis Alberto de Cuenca, doctor en Filología Clásica y Profesor de Investigación del CSIC, fue Director de la Biblioteca Nacional (1996-2000), Secretario de Estado de Cultura (2000-2004) y Presidente del Real Patronato de la Biblioteca NacLeer más
Luis Alberto de Cuenca, doctor en Filología Clásica y Profesor de Investigación del CSIC, fue Director de la Biblioteca Nacional (1996-2000), Secretario de Estado de Cultura (2000-2004) y Presidente del Real Patronato de la Biblioteca Nacional (2015-2018).
La ironía, el lenguaje coloquial, el distanciamiento y la mezcla de lo cotidiano y lo libresco son rasgos perceptibles a partir de sus libros ‘Necrofilia’ (1983) y ‘La caja de plata’ (1985, Premio de la Crítica 1986). Después publicó ‘El otro sueño’ (1987), ‘El hacha y la rosa’ (1993), ‘Por fuertes y fronteras’ (1996), ‘Sin miedo ni esperanza’ (2002), ‘La vida en llamas’ (2006), ‘El reino blanco’ (2010), ‘La mujer y el vampiro’ (2010), ‘Cuaderno de vacaciones’ (2014, Premio Nacional 2015), ‘Bloc de otoño’ (2018) y ‘Después del paraíso’ (2021).
Desde 2010 es académico de número de la Real Academia de la Historia. En 1989 obtuvo el Premio Nacional de Traducción con su versión del poema en latín del siglo X ‘Cantar de Valtario’, en 2013 el Premio Julián Marías de Investigación en Humanidades y en 2021 el Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca.
Suyas son algunas de las letras más conocidas de la Orquesta Mondragón. Gabriel Sopeña puso música a sus poemas y Loquillo los cantó en ‘Su nombre era el de todas las mujeres’ (2011). Entre sus condecoraciones destaca la Gran Cruz de Isabel la Católica (2004).
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Poema
EN TU ARMARIO ROPERO
No te amo porque seas la mujer de mi vida,
ni porque seas rubia, morena o pelirroja,
ni porque tú me quieras a mí, ni porque hayas
arruinado tu vida por mi culpa, ni porque
seas desagradable o agradable, perversa
o bondadosa, culta o inculta, comunista
o fascista, católica, luterana o agnóstica...
Te amo por el arte que despliegan tus manos
al quitarte la ropa, cuando piensas que nadie
te ve, por ese arte de ir dejándolo todo
tirado por el suelo para, una vez desnuda,
recogerlo y colgarlo con mimo en unas perchas
de tu armario ropero. En una de esas perchas
me iría yo a vivir, recogido y colgado
por ti, junto a tu ropa, respirando el perfume
irresistiblemente sensual de tus vestidos.
(de Después del paraíso, 2021)
LA MUJER DE LAS CONCHAS
para Alicia
Buscaba conchas en la playa eterna
con su cansancio a cuestas, con su vida
desgastada por las desilusiones,
como todas las vidas. Y en su quête,
digna de Galahad, iba de blanco,
para ahuyentar la muerte, y transportaba
un corazón tan puro como el viento
que se lleva las nubes y devuelve
su azul al mar. Y recogía conchas
de todos los aspectos y tamaños,
rotas o intactas, daba igual: con ser
conchas bastaba. Su febril tarea
se la ofrecía a un dios no conocido
más que por ella, porque había algo
de ritual ascético en aquello
que exhalaba un aroma religioso.
El caso es que, de blanco, paseaba
por la playa buscando, siempre, conchas.
Agotada y feliz, veía en ellas
la alegría del mar, la risa tibia
del mar, que centellea en su oleaje
y nos aleja del dolor. Un mar
que no es abismo, sino paraíso
perdido en que se bañan las estrellas.
Y cuando la mujer volvía a casa,
con su vestido blanco y el regazo
lleno de conchas, todo el mar cabía
en el mágico estanque de sus ojos.
(de Después del paraíso, 2021)
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